domingo, 30 de diciembre de 2012

Dudas. II.

Ella es como yo, en muchos aspectos. Ella es una artista, ella tiene sentimientos. Pero ella no debe pretender. Las mujeres necesitan sentimientos. Si estuviesen hechas de madera y piedra, si fuesen recias como un tronco, si fuesen imponentes como el mar, si no tuviesen sentimientos, no habría necesidad de hombres. No habría necesidad de mi.

Me gusta pensar que ella no tiene un pasado. Me gusta pensar que sus letras solo existen para mi. Parece injusto, yo también tengo un pasado. He amado antes, con locura y con pasión. Mi corazón ha perdido la cuenta de cuantas veces ha sido lastimado, por querer tan descaradamente a las personas equivocadas. Pero mi corazón es egoísta y despiadado. No con ella, si no conmigo.

No he aprendido a amarla a ella, el amor lleva tiempo. Pero he aprendido a amar su arte, su poesía, por mucho que me duela. El problema radica en que la poesía perdura. La poesía es eterna. La poesía es marcada, escrita, y las letras no se borran con el tiempo, no como las palabras.

Y así como hoy dedica sus letras a mi, así como hoy yo se las dedico a ella, sé que sus letras, en el pasado, han sido objeto de otro corazón.

Leo sus letras y puedo sentir su pasión, su dolor. Puedo sentir sus lágrimas en mis ojos. Y maldigo, maldigo con todo mi corazón a quien haya ocasionado tanta pasión, tanto dolor, en su corazón. Maldigo a quien haya besado sus labios. Maldigo a quien haya tocado su cuerpo. Maldigo a quien haya causado su sonrisa. Maldigo a quien haya causado sus lágrimas. Maldigo a quien la haya querido, porque sé que no la quiso. No como la quiero yo. No como la necesito yo. Si la hubiesen querido, si la hubiesen necesitado, ella no estaría conmigo, estaría perdida, con alguien que la merece, con alguien que se merece.

Los hombres estamos hechos de madera y piedra. Somos recios como un tronco, e imponentes como el mar. Y quienes aman a una mujer, cruzarán el infierno para tenerla. Incluso los artistas cruzarían el infierno por una mujer. Incluso Orfeo cruzó el infierno por Eurídice. Incluso yo cruzaría el infierno por ella.

Las dudas son curiosas, odiosas, pero necesarias.

Y mi duda es; ¿Ella cruzaría el infierno por mi?

-Daniel

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