lunes, 8 de julio de 2013

Aires de cambio.

Odio las introducciones. Es tan dificil expresar una que otra cosa a través de palabras, de por si. Hay que hacer introducciones, temas principales, argumentos, resúmenes, conclusiones, y un montón de parafernalia inútil sólo para llegar a una meta sencilla: expresar algo. 

Por eso la música se lleva mejor conmigo que la literatura. No necesito una introducción, ni un argumento, ni un tema principal, ni un resumen, ni una conclusion. Sólo necesito una idea, y un par de cadencias. Del resto, que se encargue mi inspiración.

Pero me ha tomado dolor darme cuenta de que mi musa realmente no tiene nombre. No. Mi musa es intangible. Mi musa es esa sensación de adormecimiento que tienes en los brazos luego de dormir en una mala postura. Mi musa es esa brisa que se cuela debajo de tu suéter y te hace temblar cuando tratas de esconderte de la lluvia y el frío. Mi musa es un corazón que está al borde de romperse, pero se niega. Cuando sientes un nudo detrás de la nariz, y quieres romper en llanto, pero por más que quieras, por más que lo necesites, las lágrimas son efímeras, elusivas, y se esconden debajo de tus ojos, detrás de tu piel. Tus ojos. Tu piel.

Y pensarán que estoy divagando, pero no. Porque el tema principal de esta redacción tiene mucho que ver con esa sensación de adormecimiento emocional que me gusta llamar inspiración. ¿Por qué es esta mi inspiración? Pues porque la única manera de contrarrestar este adormecimiento es gritando a las paredes, y rompiendo cuerdas, y manchando lienzos, y comiendo libros.

Pero mis gritos no son bien recibidos en estas paredes. Mis cuerdas están demasiado lejos como para romperse. Mis manos ya olvidaron cómo lanzar pintura. Y mi mente está demasiado adolorida como para tratar de masticar.

Por eso me encuentro aquí.

Me siento triste, estando aquí de nuevo. Una parte de mi lo extrañaba, extrañaba a la inspiración, extrañaba la necesidad de gritar. La otra parte recuerda. Tal vez es nostalgia. Tal vez no. Tal vez es capricho. Tal vez no. Tal vez es tristeza. Tal vez no.

Pero de algo estoy seguro.

Mi musa regresó, y está aquí para quedarse.

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